Sunday, March 23, 2008

Cuentacuentos: Llegó la oscuridad, y con ella una lágrima resbalando por su mejilla

La despedida

Llegó la oscuridad, y con ella una lágrima resbalando por su mejilla. Cerró los ojos y suspiró. – Voy a estar muy triste cuando ya no estés – dijo. Nueve palabras que había sido incapaz de pronunciar horas antes, pero que ahora, en la soledad y cobijo de la noche, por fin eran capaces de salir de su boca. Si bien sabía que era la despedida y que probablemente no se volvieran a ver, el oírlo por primera vez, hacía que su partida se volviera algo tangible, concreto y sin otra alternativa más que aceptarlo.

Por supuesto que lo iba a extrañar y como si no, si él formaba parte de ese pequeño grupo de personas que mas la conocían. Sus virtudes (muchas), sus defectos (demasiados) y sus miedos.

Decirle lo que sentía habría sido el paso lógico a seguir, pero desde hace mucho tiempo que la lógica había dejado de guiar sus actos. Además… ¿decirle qué? ¿Qué era el hombre de su vida? No lo era. ¿Qué no se fuera? Sabía que eso no era una alternativa. Lo único que podría decirle es que extrañaría su “presencia ausente” si es que ese termino existiera y fuera aceptado por la RAE.

Tampoco que es que él estuviera demasiado presente en su vida. Si había algún defecto que tenía este hombre casi perfecto, era su inexplicable capacidad para desaparecer de un minuto a otro… y volver como si nada. Pero reaparecía, con una sonrisa y borraba de una todos sus reproches.

Limpió de su cara las lágrimas que corrían, tomó su notebook, abrió una página de word en blanco y empezó a teclear. “Voy a estar muy triste cuando ya no estés” apareció en la pantalla. No sería la despedida perfecta, pero era la única forma que conocía para hacerlo.

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Saturday, January 05, 2008

Cuentacuentos: "Los muertos no necesitan aspirinas"

Encrucijada

-Los muertos no necesitan aspirinas- dijo una voz a sus espaldas. Sofía se dio vuelta con los ojos enrojecidos, mirando con un dejo de desprecio al intruso. – Son para mí, el dolor de cabeza me está matando-. Bajó los hombros suspirando por la ironía de lo que acababa de decir.

Se miró al espejo, acomodándose el vestido negro. Siempre le había gustado vestirse de negro, pero el tener que hacerlo en ese minuto, la agobiaba. No era justo. No era justo que él la abandonara justo el día que comenzaba el año. Justo ese, que iba a ser su año. Un año lleno de planes, de viajes y de tantas otras cosas que ahora, sola, no tenían ningún sentido. Cerró los ojos, sintiéndose culpable y egoísta por recriminarlo justo ahora que no podía defenderse…

- ¿No te parece que es un poco melodramático el cuento que estás escribiendo?
- Sabes que no me gusta que leas mis cuentos antes de terminarlos – dije mientras ponía en la mesa los vasos con jugo – De hecho, no se si va a ser un cuento o si se va a quedar en la carpeta de los sin terminar. Sinceramente no se que hacer con la viudita-
- Eso es porque es un cuento triste. Nadie puede escribir algo tan triste a principio de año… ¿por qué no tratas con otro estilo?
- Fue lo primero que se me ocurrió cuando leí la frase…
- Se que algo se te va a ocurrir – dijo, dándome un beso en la frente

- Los muertos no necesitan aspirinas… ¿Qué tal la fiesta anoche?-. Sofía, que revolvía el botiquín de los remedios, se dio vuelta. – Ja, ja, muy gracioso. Por favor habla despacito, me están taladrando la cabeza. ¿Dónde están las aspirinas?- Miguel la quedó mirando y pasándole las aspirinas dijo: – Está bien que la barra era abierta, pero sabes de sobra que no era obligación vaciarla-.

Sofía suspiró y se tragó dos aspirinas. Eso era tan de Miguel… sermonearla con ese complejo de hermano mayor que no le quedaba demasiado bien, pero que en el fondo, a ella le encantaba, porque sabía que con el resto de sus amigas no era igual. – La fiesta de Año Nuevo es solo una vez al año y hay que disfrutar. Y si de verdad te importaba tanto, no me hubieras dejado sola en la mitad de la fiesta. Ya, quita la cara de perro sermoneador y cuéntame que haces acá tan temprano-.

- ¿Qué te parece ahora?- dije dando vueltas el notebook para que pudiera leer. Frunció la frente mientras leía. – ¿Y? Tampoco es un tratado de economía para que lo analices tanto… ¿está mejor?-
- Mmm… he leído comienzos de cuentos tuyos mejores. Además, no se de donde sacaste que tengo cara de perro sermoneador.
- Perdona, pero hasta donde yo se, no me llamo Sofía y tu no te llamas Miguel- contesté rápidamente. Su silencio y su mirada, me indicaron que no me estaba creyendo. -Está bien, algo de realidad hay. Pero tampoco para que te enojes. Está bien, voy a escribir de otra cosa. ¿Sabes que a veces te odio?-. Sonriendo y pellizcándome la nariz dijo: -sabes perfectamente que eso no es así-.

“Los muertos no necesitan aspirinas”. Sofía volvió a leer lo que aparecía en su galleta de la fortuna y miró a sus amigos. –Está bien que me cueste entender los mensajes de las galletas, pero este definitivamente no tiene ningún sentido. ¿No creen?-. Todos rieron, cerrando la noche brindando por los dolores de cabeza de los muertos.

Se subió el cuello del abrigo y se acomodó la bufanda. El invierno estaba cada vez peor. El camino del restaurante a su casa no era tan largo y la noche estaba clara, así que aprovechó de caminar. Le encantaban esos momentos en los que podía arreglar el mundo, hacer la lista del supermercado o cualquier cosa que se propusiera. El año terminaba bien, estaba feliz. Recordó que tenía el refrigerador vacío y desvió un poco el camino para entrar en el supermercado. Encontró enseguida la leche y el pan, definitivamente estaba de suerte. Camino a la caja vio las aspirinas y sonriendo, se acordó del mensaje de la galleta que le había salido. – Los muertos no necesitarán aspirinas, pero yo si – dijo agarrando una cajita. Pagó rápido y se fue.

La calle a esas horas, ya estaba casi vacía. Apuró el tranco, añorando estar al fin en su casa. Miró a su alrededor, mientras esperaba la luz verde. – No viene nadie ¿Qué me va a pasar? – dijo cruzando la calle.

- Eres una degenerada. ¿¿¿La vas a matar???
- No me gusta que leas por sobre mi hombro. Ahora no se si vas a poder captar la ironía del cuento.
- ¿Ironía?
- Si, el camión que la atropelló puede ser de la Bayer…
- Eres terrible
- Lo se, no tengo remedio.

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Monday, October 29, 2007

Cuentacuentos: "¿Por qué el mar es azul?

La pregunta

¿Por qué el mar es azul? - Despertó de un salto. Otra vez la misma pregunta… ¿por qué? ¿Por qué el mar es azul?

Desde hacía dos semanas, que lo único en lo que podía pensar era en eso. El por qué del azul del mar. Como si eso fuera a contestar las mil y un dudas existenciales que rondaban por su cabeza. Había buscado en internet y en cuanta enciclopedia se cruzó por su camino la repuesta. Que porque es un reflejo del cielo, porque el fondo del mar es azul, porque la luz al separarse… y así un largo etcétera. Pero ninguna de estas respuestas, por científicas que parecieran, parecían tranquilizar su alma.

¿Por qué el mar es azul? Se preguntaba, mirando desde la orilla las olas. La gente se alejaba, pensando que se trataba de una loca. Ella quería, necesitaba, saber con urgencia la respuesta. Cuando estaba detenida en los semáforos en rojo, en lo único en lo que podía pensar era en la maldita pregunta sin respuesta.

Cada vez que veía a alguien nuevo, su rostro se iluminaba, pensando que al fin iba a encontrar a la persona que supiera contestar y poder así terminar con esta tortura…

Hasta que un día, sentada por milésima vez en la orilla de la playa, una niñita se le acercó. ¿Sabes por qué el mar es azul? – le preguntó. Obvio! Yo te voy a contar, lo que pasa es que un día…

Y ahí se quedaron, las dos sentadas en la orilla mientras la misteriosa niñita terminaba por fin con la maldición de la pregunta infinita.

Tuesday, October 23, 2007

Cuentacuentos: "La fábrica de sueños cerró por vacaciones"

La misión

“La fábrica de sueños cerró por vacaciones”. Cuando me lo contaron, no lo podía creer: la fábrica había trabajado ininterrumpidamente desde sus inicios. “Es que el negocio está difícil, la demanda está tan baja que los sueños quedan sin dueños y se llenan de polvo y telas de araña... y nadie quiere sueños añejos. El gerente dice que incluso, si la cosa no mejora, van a empezar a trabajar medio turno”.

Me fui caminando cabizbaja, mientras la cabeza me funcionaba a mil. Había que hacer algo... pero qué? ¿Qué sería del mundo sin sueños? ¿Y sin soñadores? ¿Qué pasaría con las nuevas generaciones? Todo el mundo se preocupa del calentamiento global, pero esto podría ser el principio de algo igualmente espantoso. Había que alertar al mundo... pero cómo?

Prensa, eso necesitamos. Alertar a los medios, hacer reportajes, organizar conciertos y recaudar fondos para mantener la fábrica abierta. Pero los sueños no “venden”. Lo que vende ahora, es lo real. Los sueños son cosa del pasado y una total pérdida de tiempo, me soltó un director de TV que visité.

Lo único que quedaba, era alertar a otros soñadores como yo. Así fue como encontré a un grupo de soñadores, los cuentacuentos, que al mando del Señor de las Historias, semana a semana luchan por mantener viva la fábrica. A ver como nos va.

Monday, October 22, 2007

Cuentacuentos: "Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios"

Negación

Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos, haciendo lo imposible por salir. En su cabeza, un montón de ideas sin conexión chocaban entre si, aturdiéndola. En su garganta seca se atragantaban palabras sin salir. Le faltaba el aire y sintió como el piso empezaba a temblar bajo sus pies. No podía permitirse perder el control. No ahora. No en ese lugar.

Avanzó como pudo hasta el lugar seguro mas cercano que encontró. Poco a poco su respiración se fue normalizando permitiendo que las ideas empezaran a tener sentido. Recién entonces lo vio claro: aún después de tanto tiempo, aún después de tantas horas invertidas, todavía le faltaba un tema por superar.

Cerró los ojos y suspiró. Los volvió a abrir, puso una sonrisa en su cara y volvió al salón. Ya habría otro momento para cerrar ese círculo. Mas adelante. Mucho mas adelante.

Thursday, May 24, 2007

Ya soy, oficialmente, una Cuentacuentos

Cuando en Febrero llegué de casualidad a la página del Cuentacuentos, me encantó. Lo único que quería era inscribirme y subirme a esa montaña rusa que significaba escribir todas las semanas en base a la frase que otro cuentista propusiera. Pero había un problema... empecé a leer los cuentos de los demás y me parecieron demasiado buenos... así que empecé a escribir "en paralelo" para soltar un poco la mano. Hasta que me animé.

El 3 de Mayo finalmente le mandé un mail al Señor de las Historias para que me inscribiera en el Cuentacuentos. Creo que si hubiera estado postulando a una beca, no habría leído y releído el mail tantas veces antes de mandarlo. Con un nudo en la guata (panza) me quedé esperando que "alguien" me contestara... hasta que recibí el mail. La página del Cuentacuentos tenía algunos problemas, pero el SDLH no solo me decía que ya estaba como la primera integrante de Chile, sino que se había metido a este blog y había leído algunas historias!!!!

Todavía no hay presentación formal en la página, pero estoy tratando de licuar las pocas neuronas que me quedan para inventar una historia que esté a la altura. El desafío es grande y no me pienso achicar.

Thursday, May 10, 2007

Cuentacuentos: "Voy a contarte un secreto… "

Aproveché de usar una frase del Cuentacuentos para escribir un mini relato para la actividad de Recursos Humanos que tenemos mañana y pasado

En un pueblo no tan lejano

Voy a contarte un secreto… no se bien de que voy a escribir. La verdad es que siempre me pasa lo mismo y más ahora que se que voy a hacer algo mas que pegar este escrito en el blog. No te preocupes, no pienso ponerme filósofa, este cuento va a ser muy simple…

Se trata de un grupo de personas, que vivían en un pueblo, que andaban por la vida mirando hacia el suelo, tristes, haciendo la suya y sin interactuar mucho con el exterior. Un día, uno de ellos tuvo una muy buena idea y los juntó y los llevó a los cerros a ver si con el aire fresco y los pajaritos en el cielo, se despertaban y miraban que había alrededor. Lo consiguió, pero al poco rato de mirarse las caras, todos volvieron a mirar de nuevo al suelo, aunque ahora, de vez en cuando, miraban de reojo para ver que hacían los demás.

Pasó un tiempo y nuevamente los juntaron y los llevaron a otro cerro, un poco más alto. Pero esta vez, cuando levantaron las caras, se reconocieron y se dieron cuenta de que no solo había caras amigables, sino que todos tenían un proyecto en común y ahí fue cuando partió la verdadera historia.

Ya no caminaban mirando al suelo, sino que mirando la cara de los otros, orgullosos de por fin pertenecer a un equipo. En el pueblo los empezaron a reconocer, porque a pesar de que no siempre pensaban todos igual, eran capaces de sentarse a conversar las diferencias, se ayudaban unos a otros y andaban siempre con una sonrisa en la cara… y todos hemos escuchado lo contagiosa que es la alegría. De a poco, el pueblo empezó a ser mas alegre… todo gracias a este grupo que solo había decidido empezar a mirarse a las caras y empezar a comportarse como un equipo.

Esta historia que parece medio infantil e irreal no lo es tanto. Se trata de nosotros y como hemos crecido en este tiempo. De cómo pasamos de ser un grupo de personas que se conocían más o menos en Santa Clara a un equipo de seres humanos el día de hoy en este Santuario del Río. Si, hemos crecido, pero todavía nos falta mucho por recorrer, tenemos muchísimas cosas buenas más que compartir entre nosotros y con los demás en nuestro “pueblo”. Tenemos que aprender que cada uno de nosotros es importante en lo que es Recursos Humanos hoy.

Como termina esta historia, no lo se. Solo se que depende de nosotros… y eso es bueno.