Wednesday, May 02, 2007

Cuentacuentos: "Erase una vez"

Un cuento de hadas moderno

- Érase una vez…- y me quedé callada. Dos pares brillantes de ojos me miraron expectantes. Por fin había logrado llamar su atención y que dejaran de pelear. …una princesa que buscaba a su príncipe. Ella se sentía sola y sabía que si lo encontraba iba a poder ser feliz para siempre. El problema es que la princesa había estado en su castillo sola mucho tiempo, así que decidió empezar a salir con los príncipes que la invitaban.

Una mañana, tocó a su puerta un príncipe. ¿Saben de qué color era? – Azul!!!- contestaron las dos emocionadas. No, era morado. No saben el desastre, tenía el pelo violeta, y todas las ropas de color morado y lila. Tenía un caballo adivinen que color. – Violeta!!! - gritó la mas chica. Exacto. Le dijo que la venía a buscar para invitarla a salir. Fueron al mercado y compraron todas cosas moradas: moras, violetas, caramelos de uva. Dieron vueltas por el pueblo, mientras charlaban. La princesa lo estaba pasando bien, pero no sentía mariposas en la panza. Cuando el príncipe la fue a dejar, ella le tuvo que decir que no, que él no era el príncipe que estaba buscando.

Como a la semana, volvieron a tocar a su puerta. Era otro príncipe. ¿Saben de qué color era? – ¿Azul?- dijo con algo de desconfianza la mayor. No- respondí - era un príncipe verde. ¿Saben que tenía en vez de su corcel? Una bici. Y le llevó de regalo un helecho. Era un príncipe ecológico. Vivía a la orilla de un arroyo, parecido a este, en una carpa que él mismo había construido. La invitó a pescar en el arroyo y después hicieron un pic-nic. El príncipe le hablaba del calentamiento global, la contaminación y la necesidad de volver a una vida natural. La princesa se acordó de lo mucho que le gustaba a ella la vida moderna, así que cuando la fue a dejar a su casa, le dijo que él no era el príncipe que ella estaba buscando.

Un día, ella estaba en lo alto de su torre, cuando sintió que alguien tiraba piedritas a la ventana. Se asomó y vio al príncipe amarillo que venía con un ramo enorme de margaritas a buscarla en su… globo aerostático. -¿Qué es eso? – Es un globo enorme, que sostiene un canasto donde te puedes subir. El príncipe le tiró una soga, para que ella escalara hasta el globo, pero ella le dijo que si no bajaba a buscarla como el resto de los príncipes, ella no iba a salir con él. Se subió al globo y empezaron a subir. La vista desde el cielo era maravillosa, pero la princesa se acordó que tenía miedo a las alturas, así que cerró los ojos fuerte y se agarró del borde del canasto. Como el príncipe le dijo que el siempre viajaba en globo porque así se ahorraba los embotellamientos, la princesa le dijo que él no era el príncipe que buscaba.

- ¿Y con el príncipe colorado no salió? – preguntó la mayor, que ya había entendido como era el cuento. – Si, la pasó a buscar en su descapotable rojo y le llevó un ramo enorme de rosas rojas. Este príncipe, era fanático de las carreras de autos, era de lo único que hablaba. La princesa no le gustaban los autos, incluso no manejaba desde hacía años, así que se aburrió de lo lindo. Cuando la fue a dejar a su casa, ella le dijo que él no era el príncipe que estaba buscando.

Una tarde, apareció por su palacio, el príncipe negro. Tenía un corcel negro azabache y estaba todo vestido de… negro, obvio. Pero había algo raro en su cara, unas lágrimas plateadas. Lo que pasaba, es que el príncipe negro siempre estaba triste. Todo en su vida era un drama. Cada vez que la princesa trataba de hablarle de algo que le sacara la pena, el salía con un cuento mas desastroso que el anterior. A la princesa le gustaban los colores, las risas, los cantos y los bailes, así que cuando el príncipe la fue a dejar, ella le dijo que no era el príncipe que estaba buscando.

- Con el que no va a salir de ninguna manera, es con el príncipe rosa, no? – dijo una, poniendo cara de pocos amigos. – Aunque no lo crean, también salió con él. La fue a buscar y llegó todo vestido de… - rosa! – gritaron las niñas divertidas. – No, llegó vestido normal y con un ramo enorme de flores de color rosa. El príncipe era muy buenmozo, pero tenía un gran defecto: sabía que todas las mujeres morían por él y era muy egocéntrico. Toda la cita con la princesa se pasó hablando de si mismo y mirando su reflejo en todas partes. Cuando la princesa le dijo que él no era el príncipe que buscaba, él no la escuchó. Estaba muy concentrado mirándose en el reflejo de la ventana.

La salida con el príncipe blanco fue en invierno. La pasó a buscar en su trineo, con un gran ramo de rosas blancas congeladas. Fueron a patinar sobre hielo y a tomar helados. El príncipe era muy amoroso, pero cada vez que tocaba algo, se congelaba… así que cuando la fue a dejar al palacio, ella le dijo que no era el príncipe que estaba buscando.

La princesa se quedó muy triste, porque ninguno de los príncipes que la había ido a buscar, era el que la iba a ser feliz. Hasta que se dio cuenta de dos cosas: que eran los príncipes los que la habían ido a buscar a ella y que no había conocido al príncipe azul. Así que tomó una decisión: ella iría a buscarlo.

Este cuento está dedicado a Agus y Mili, las dos chiquitas de la historia. La historia salió así, de repente, mientras estábamos en la orilla del arroyo que cruza el campo. No se si esta trascripción es muy fiel a la historia original, pero quise escribirla para Agus, que el 7 de Mayo cumple 9 añitos.

Mas tarde, cuando Agus le contaba a algunos primos de la historia, uno de ellos le preguntó de que color se vestía la princesa. Muy seria, ella me miró y le contestó: la princesa usa jeans y remera azul. Casi me la como a besos.

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